Mindfulness
significa prestar atención de manera especial: a propósito, en el momento
presente y sin prejuicios. Este tipo de atención nutre una mayor conciencia,
claridad y aceptación de la realidad del momento presente. Nos despierta al hecho de que nuestras vidas se desarrollan
sólo en momentos. Si no estamos totalmente presentes en muchos de esos momentos,
podemos no sólo perdernos lo que es más valioso en nuestras vidas, sino también
no darnos cuenta de la riqueza y la profundidad de nuestras posibilidades de
crecimiento y transformación.
Viviendo en quietud
y mirando hacia nuestro interior un espacio de tiempo cada día, tocamos lo que
es más real y fiable en nosotros mismos y que más fácilmente se pasa por alto y
por lo tanto tenemos subdesarrollado. Cuando podemos estar centrados en
nosotros mismos, incluso por breves períodos de tiempo frente a la atracción
del mundo exterior, sin tener que buscar en otra parte algo que nos llene o nos
haga felices, podemos estar en casa donde nos encontramos, en paz con cosas que son,
momento a momento.
Extraído de: “Wherever You Go, There
You Are” by Jon Kabat-Zinn
La meditación y
la práctica de la conciencia (Parte I)
El método de
meditación que me gusta utilizar puede
ser visto como un proceso de dos pasos - samatha y vipassana, o calmar y
sabiduría (en lenguaje pali)-con la conciencia de la respiración como la piedra
angular de la práctica. La respiración es un objeto ideal para centrarse en él.
No es como un mantra; no tiene connotaciones culturales u otras asociaciones.
No es como un objeto físico que tienes que estar en un lugar determinado o
llevarlo contigo. La respiración es simple y portátil; lo estamos todos
haciendo todo el tiempo. Lo podemos notar no sólo cuando estamos sentados
meditando, sino en cualquier momento durante el día. Y siempre está sucediendo
en el presente. Es nuestra puerta al momento presente.
Para practicar
la conciencia de la respiración como un método formal, hay que elegir un lugar tranquilo y colocarse en una
postura en la que nos encontremos sentados de forma erguida pero relajada: con
las piernas cruzadas, con un cojín bajo las nalgas para ayudar a la columna
vertebral a mantenerse recto; arrodillado, generalmente con un cojín o un banco
bajo las nalgas de apoyo; o sentado en una silla, con los pies en el suelo. En
todas estas posturas existen tres puntos de contacto, así que conseguimos
permanecer estables, como una banqueta de tres patas, que se sostiene recta, utilizando
para ello la cantidad de mínima de energía necesaria para permanecer erguido.
Entonces llevas
tu atención al proceso de la respiración, en el lugar de tu cuerpo en que te
parezca más vívida, en el que la sientas mejor, puede ser en las fosas nasales, el área del pecho o el abdomen.
No trates de respirar de una manera particular. Simplemente observa la
respiración como es, la inhalación, la exhalación, quizás una breve pausa, tal
vez una pausa más larga. Toma nota de este sencillo proceso, sin el que ninguno
de nosotros estaría vivo. No lo haces; dejas que ocurriera. Te rindes al
proceso natural que ya está pasando.
El acto de
seguir la respiración es muy profundo; puede ser, literalmente, el trabajo de
toda una vida. Cuanto más lo vemos, más vemos que la respiración es un mundo,
un universo en sí mismo, y si nos proponemos seguirlo en el transcurso de los meses
y años se va haciendo más profundo y más
profundo. Algunas respiraciones son largas; Algunas son cortas. A veces la
respiración parece ocurrir en el pecho; a veces se forma en el vientre. A veces
parece breve y apretada y forzada; otras veces es muy profunda y sin esfuerzo.
Puede ser suave, como la seda, o áspera y gruesa, como papel de lija. Todas
estas variaciones son posibles, y muchas otras que pueden ser intermedias,
incluso dentro del espacio de una sola sesión. Hay gran variedad en el simple
acto de respirar. Finalmente te das cuenta que no hay dos respiraciones iguales.
La mente humana,
por supuesto, es un instrumento vivo, y tiene muchas cosas que le gustaría
seguir más que a la respiración. La mayoría de nosotros somos bastante inquietos
y distraídos; No comprendemos cómo somos de distraídos hasta que intentamos
hacer algo tan simple como seguir la respiración. Nuestras mentes, al parecer,
prefieren hacer cualquier otra cosa. A nuestra mente acuden todo tipo de cosas,
pensamientos, sentimientos, emociones, tanto del pasado como del futuro, es lo
que en el argot de la meditación se denomina mente de mono, que salta de rama
en rama y no para un momento, o lo que Santa Teresa de Jesús denominó “La loca
de la casa”. Esa actividad mental no es realmente un problema; es un
descubrimiento. Estás viendo cómo de “salvaje”, en el sentido de poco dócil y
domesticada es tu mente.
Pero en esta
etapa de la práctica, no quieres mirar ese desenfreno en detalle. Cuando veas
que la mente ha vagado lejos, percátate de ello para luego volver - sin ningún
sentimiento de vergüenza o juicio - al simple acto de respirar. En algunas
sesiones puede parecer que todo lo que haces es: irte, darte cuenta, y entonces
volver. Otras veces - especialmente cuando la práctica avanza - puedes ser capaz de permanecer con la
respiración por períodos más y más largos.
No importa lo que estás haciendo; Esto no es una competición y no quieres competir. Vamos a ver, en
cambio, que la conciencia del desconocimiento es en sí misma una práctica
valiosa. Vagar lejos de la respiración no es un error o el signo de un carácter
débil. Simplemente sigue la respiración y cuando notes que estás lejos, vuelve.
El objetivo de
la práctica de samatha es principalmente calmar la mente. Pero, en la mayoría de
la ocasiones no puedes evitar notar lo
que viene a la mente y a veces te darás cuenta de que algo va a volver una y otra vez, tal vez un dolor
en el cuerpo, tal vez un estado de ánimo, como ira o miedo. Es como si ese
dolor, pensamiento o emoción te siguiera alejando de la respiración.
A veces incluso
en esta etapa inicial de la práctica es
una buena idea para ampliar el alcance de tu conciencia el incluir lo que se ha
convertido en algo problemático. Temporalmente también puedes desengancharte de
la respiración y prestar atención a lo que te sigue llamando a lo lejos. Presta
atención a ello por un tiempo, del mismo modo que se ha centrado en la
respiración generalmente tiene efectos tranquilizadores y hace a lo que nos
aleja de la respiración menos persistente. Una vez que ha perdido parte de su
carga, puedes volver a la respiración.
Los
principiantes a menudo preguntan cuánto tiempo deberían permanecer sentados. Realmente no tengo idea. En la
clase introductoria del MBSR (Programa de Reducción de Estrés Basado en
Mindfulness) que se emplea, y que dura ocho semanas, se comienza con unos
quince minutos y se tratara de trabajar hasta una hora, bajo el supuesto (y
compromiso de los participantes) de que, entre las clases semanales, estarán
sentados casi todos los días en casa (Si es posible, 6 días a la semana, por un
período de 45 minutos). En los retiros la mayoría de los períodos de meditación
son de cuarenta y cinco minutos, aunque
algunos duran una hora, pero se suele animar a los recién llegados a sentarse
un poco más allá de lo que consideran su límite, para desafiarse a sí mismos
sin hacer de la meditación un calvario. Si no hay ningún desafío pierden
interés; Si el desafío es muy duro pueden
desanimarse y dejar la práctica.
Sin embargo por
mucho que aguantes sentado, el final del período de sesión formal no debería
marcar el final de mindfulness. El verdadero objetivo de la práctica es traer
el mismo tipo de atención a todo; como cuando prestas atención a la respiración
y a cómo te sientas, debe prestar igual atención cuando te das una ducha,
desayunando, hablando con tu familia. Sentarte
y seguir tu respiración, es tan simple, es en de alguna manera lo más
fácil de hacer. Nuestro objetivo es ser tan consciente como sea posible en
todas las actividades que componen nuestro día. Es lo que se denomina
meditación informal.
Los novatos o
principiantes también suelen preguntar cuánto tiempo deben seguir este primer
paso de práctica antes de ir lo del segundo. Esa es otra pregunta imposible. Lo
que se suele decir es que debe continuar siguiendo la respiración hasta llegar a
dominarla razonablemente bien, hasta lograr cierto grado de tranquilidad y
estabilidad. Eso no significa que ya otras cosas, como sentimientos,
pensamientos y emociones no acudan a la mente, la diferencia es que se sea capaz
de notarlos con bastante rapidez y volver a la respiración. Los pensamientos
puede estar todavía ahí, pero eres capaz de dejarlos ir y venir sin quedar
atrapados en ellos. En una clase introductoria de 8 semanas, lo normal sería
poder pasar a la segunda etapa después de 4 o 5 semanas.
En un retiro de
nueve días, en el cual la gente está meditando todo el día, se suele pasar de
fase a los tres o cuatro días. Pero se le informa a las personas que si no
quieren no tienen que cambiar. Si quieren seguir con la respiración, eso está
perfectamente bien. Seguir la respiración
no es un “juego de niños”. Realmente es, como he dicho, una práctica profunda,
que se va haciendo más profunda cuanto más lo practicamos. No debería sentirte
ninguna compulsión a seguir adelante. La respiración consciente puede ayudar a llevarte
por todo el camino de la iluminación.
En el próximo
post seguiremos progresando hacia el siguiente paso
Saludos
Jorge Turanzas
Práctica inspirada por Living In The
Light Of Death: On the Art of Being Truly Alive by Larry Rosenberg with David
Guy, Shambhala, Boston & London,2001.
Me parece muy interesante su blog y creo que hace una exposición muy acertada y amena del mindfullness. Mi toma de contacto ha sido muy parecida a la suya, sólo que yo aún estoy en la fase de "bicheo" por internet y los medios que llegan a mi alcance. He llegado hasta aquí porque vivo en Algeciras y buscaba algún medio que me ayudase a ponerlo en práctica, aunque he ido leyendo lo que he pillado, pero creo que es necesario el apoyo de alguien al menos al principio. Acudiré el mes que viene a un curso en La Línea de la Concepción de Israel Mañas, aunque me habría encantado acudir al que imparte en Sevilla Vicente Simón, pero me es imposible. Me gustaría saber si hay algún libro que pueda recomendar como guía para poder poner en práctica la meditación, sobre todo para saber gestionar los primeros cambios y experiencias o algún sitio al que pueda acudir. Muchas gracias y desde aquí le animo a que continúe escribiendo. Rosa.
ResponderEliminar