Cuando
identificamos a alguien como “superdotado” siguiendo esta línea de pensamiento,
es decir, mediante su actuación y rendimiento nos centramos en que esa persona
con su capacidad cognitiva podrá alcanzar metas académicas (títulos), premios
literarios, podrá realizar descubrimientos científicos importantes, etc., nos
centramos exclusivamente en su realidad externa.
Pero nos olvidamos de que la superdotación es una realidad
interna, una forma de procesamiento mental que se aleja de la norma y que la
inteligencia es una sola de sus facetas, esta realidad interna suele incluir
además una mayor intensidad emocional, imaginativa y un más elevado desarrollo
moral, y hemos de tener en cuenta que todas estas facetas interactúan entre sí
de modo que esas intensidades pueden promover o interferir con el rendimiento
intelectual dependiendo en parte de que se identifiquen adecuadamente y sean
entendidas y guiadas por padres y profesores creando un ambiente adecuado para
el niño.
Uno de los problemas más comunes que nos podemos encontrar
en el ámbito de la superdotación es que
se tiende a valorar los productos de la capacidad mental superior de
estos individuos (premios, notas académicas, etc.) y se obvian los rasgos que
acompañan a estos, y si nos centramos solo en estos aspectos cometeríamos el
error de focalizar la atención en lo que el superdotado “puede” hacer y no en
lo que el superdotado “es”.
A muchos profesores y la mayoría de los padres de
superdotados les gustaría que sus hijos fueran “normales” excepto por sus
capacidades intelectuales. La vida así sería mucho más fácil.
Hay que pensar que los superdotados, en primer lugar, y por
encima de todo son personas, y en segundo lugar son superdotados.
Es difícil de comprender y causa incertidumbre entre padres
y profesores que un niño superdotado pueda parecer tener varias edades a la vez
dependiendo de la faceta a la que nos refiramos, puede parecer tener más edad
de la que tiene para el vocabulario o los cálculos matemáticos que realiza,
para realizar preguntas sobre el sentido de la vida, puede tener la edad que
aparenta para jugar con sus amigos, e incluso puede parecer torpe para su edad
en actividades deportivas o de aseo personal.
Se está empezado a contemplar la superdotación como un
desarrollo asincrónico en el que habilidades cognitivas avanzadas y una elevada
intensidad emocional se combinan para crear experiencias internas
cualitativamente diferentes de la norma. (The Columbus Group, 1991)
Tenemos que tener en cuenta que la diferencia no es sólo
cuantitativa (más inteligencia, más intensidad emocional) sino y sobre todo
cualitativa.
En resumen, debemos entender la superdotación como una
entidad estable y global, una forma diferencial de desarrollo y esta forma de
verla nos ayudará a entender y apoyar al superdotado en su totalidad, no sólo
la realidad externa que le acompaña, de esta forma conseguiríamos que el
superdotado pudiera desarrollar sus capacidades cognitivas para lograr títulos,
premios y descubrimientos, y sus habilidades emocionales y morales para
sentirse bien consigo mismo, primero como persona y sólo en segundo lugar, como
superdotado.
Jorge Turanzas
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