lunes, 24 de junio de 2013

El "trágico regalo" de la alta capacidad o la superdotación

Una de mis inquietudes más importantes es el estudio de la alta capacidad (anteriormente denominada superdotación) pues por propia experiencia he constatado que la alta capacidad intelectual no viene "sola" sino que en la mayoría de los casos le acompañan una serie de consecuencias no deseables pero inseparables de ella, alta sensibilidad a los estímulos emocionales, alta impulsividad, baja tolerancia a la frustración, introversión y otros aspectos que sería importante  estudiar para que el sujeto pudiera ya no sólo rendir como su potencial nos dice, si no que viviera una vida que le mereciera la pena ser vivida.




Como muchas otras variables en psicología identificamos y medimos la inteligencia superior a la normalidad a través de factores externos, es decir, valoramos los productos fruto de esa inteligencia, en concreto medimos la actuación y el rendimiento. En algunos casos observamos conductas indicativas de una capacidad superior si vemos que un niño realiza tareas  que no esperamos ver en niños de su misma edad, en otros casos esta capacidad la medimos por medio de test estandarizados de inteligencia, pero en uno y otro caso circunscribimos nuestra observación a la faceta cognitiva (inteligencia) y a sus productos (actuación, en el primer caso, y rendimiento en el segundo).
 
Cuando identificamos a alguien como “superdotado” siguiendo esta línea de pensamiento, es decir, mediante su actuación y rendimiento nos centramos en que esa persona con su capacidad cognitiva podrá alcanzar metas académicas (títulos), premios literarios, podrá realizar descubrimientos científicos importantes, etc., nos centramos exclusivamente en su realidad externa.
Pero nos olvidamos de que la superdotación es una realidad interna, una forma de procesamiento mental que se aleja de la norma y que la inteligencia es una sola de sus facetas, esta realidad interna suele incluir además una mayor intensidad emocional, imaginativa y un más elevado desarrollo moral, y hemos de tener en cuenta que todas estas facetas interactúan entre sí de modo que esas intensidades pueden promover o interferir con el rendimiento intelectual dependiendo en parte de que se identifiquen adecuadamente y sean entendidas y guiadas por padres y profesores creando un ambiente adecuado para el niño.
Uno de los problemas más comunes que nos podemos encontrar en el ámbito de la superdotación es que  se tiende a valorar los productos de la capacidad mental superior de estos individuos (premios, notas académicas, etc.) y se obvian los rasgos que acompañan a estos, y si nos centramos solo en estos aspectos cometeríamos el error de focalizar la atención en lo que el superdotado “puede” hacer y no en lo que el superdotado “es”.
A muchos profesores y la mayoría de los padres de superdotados les gustaría que sus hijos fueran “normales” excepto por sus capacidades intelectuales. La vida así sería mucho más fácil.
Hay que pensar que los superdotados, en primer lugar, y por encima de todo son personas, y en segundo lugar son superdotados.
Es difícil de comprender y causa incertidumbre entre padres y profesores que un niño superdotado pueda parecer tener varias edades a la vez dependiendo de la faceta a la que nos refiramos, puede parecer tener más edad de la que tiene para el vocabulario o los cálculos matemáticos que realiza, para realizar preguntas sobre el sentido de la vida, puede tener la edad que aparenta para jugar con sus amigos, e incluso puede parecer torpe para su edad en actividades deportivas o de aseo personal.
Se está empezado a contemplar la superdotación como un desarrollo asincrónico en el que habilidades cognitivas avanzadas y una elevada intensidad emocional se combinan para crear experiencias internas cualitativamente diferentes de la norma. (The Columbus Group, 1991)
Tenemos que tener en cuenta que la diferencia no es sólo cuantitativa (más inteligencia, más intensidad emocional) sino y sobre todo cualitativa.
En resumen, debemos entender la superdotación como una entidad estable y global, una forma diferencial de desarrollo y esta forma de verla nos ayudará a entender y apoyar al superdotado en su totalidad, no sólo la realidad externa que le acompaña, de esta forma conseguiríamos que el superdotado pudiera desarrollar sus capacidades cognitivas para lograr títulos, premios y descubrimientos, y sus habilidades emocionales y morales para sentirse bien consigo mismo, primero como persona y sólo en segundo lugar, como superdotado.
Jorge Turanzas 

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